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Aranduvera

~ Biblioteca Histórica Pública Digitalizada

Aranduvera

Archivos de etiqueta: Italia

El aporte italiano al progreso del Paraguay 1527–1930

22 domingo Nov 2015

Posteado por Aranduvera en El Estante

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Italia, italianos, José Majavacca, Juan Francisco Pérez Acosta, migración, Paraguay

El aporte italiano al progreso del Paraguay 1527–1930 es una obra recopilatoria, monográfica, presentada en concurso de publicación para la revista de la Sociedad Científica del Paraguay.

Contrapartida del libro

Contraportada de El aporte italiano al progreso del Paraguay, 1527–1930

Esta obra está fechada en el año 1930, pero fue publicada en el número 12 de 1951 de dicha sociedad investigativa paraguaya. De la autoría del prestigioso investigador nacional Juan Francisco Pérez Acosta y el presbítero José Majavacca, este material contiene diversa información sobre la labor de los migrantes italianos en el Paraguay desde el primero registrado, Sevastián Gaboto, hasta el año 1930.

Posee, igualmente, un interesante índice fotográfico así como diferentes apéndices informativos y listados de apellidos de los migrantes italianos y sus funciones y desempeño en el país.

Este material, uno de los primeros en llevarse a cabo en el país, es sumamente interesante para entender y analizar la influencia de los ítalos en el Paraguay, ya que en más de 200 páginas despliega datos económicos, sociales y políticos que hacen a esa colectividad.

Al final del libro, como el Pbro. José Majavacca había fallecido en 1948, antes de la publicación, el coautor, Juan Francisco Pérez Acosta, introdujo una addenda conmemorativa de dicho religioso de prolífica actuación en el Paraguay, cuya biografía de por sí ya es un ejemplo revelador del aporte de sus paisanos.

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El aporte de los italianos al progreso del Paraguay 1527–1930 96.08 MB
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Paraguay Catholico

19 lunes Oct 2015

Posteado por Aranduvera en El Estante

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1717, 1734, 1739, 1740, 1743, 1767, 1769, Arce, arzobispado, Asunción, Belén, Blende, Bolivia, Buenos Aires, Cádiz, Castañares, Chiquitos, Córdoba, España, expulsión, extrañación, extrañamiento, fragata la Esmeralda, Furlong, Gran Chaco, Italia, jesuitas, Joseph Sanchez Labrador, La Guardia, misiones, Montevideo, Neuman, Paraguay, Paraguay Catholico, Paraguay Natural, Peces y Aves del Paraguay, Peramás, Perú, Provincia del Paraguay, Ravenna, Real Academia de Historia, Río de la Plata, Santa Cruz de la Sierra, Toledo, Yerba Mate, Zea

Paraguay Catholico en sus principales provincias convertidas a la Santa Fé, y Vassallage del Rey de España por la predicación de los Missioneros Zelosos De la Compañía de Jesus: en gran parte arruinada por los Mamelucos del Brasil, y restablecidas por los mismos Missioneros. Parte Segunda. Escrito por el Padre Joseph Sanchez Labrador Missionero en la misma Provincia del Paraguay. Año de 1769. En Ravenna.

Copia digital del original manuscrito de el Paraguay Catholico, parte II, del padre Sanchez Labrador, perteneciente a la Real Academia de Historia de España

Copia digital del original manuscrito de el Paraguay Catholico, parte II, del padre Sanchez Labrador, perteneciente a la Real Academia de Historia de España

El SJ Jospeh Sanchez Labrador escribió este y otros materiales fundamentales para el entendimiento de la labor de los jesuitas en las misiones luego de sufrir el extrañamiento. Algunos de sus títulos son, por ejemplo, Peces y Aves del Paraguay, Yerba Mate y otros importantes títulos que no se publicaron.

Este caso específicamente, el Paraguay Catholico, está dividido en dos partes, la segunda fue editada por el padre Furlong junto a Viu y Zona, Buenos Aires, en 1936, y hay una anterior de 1910 por la editora Coni Hnos. de Buenos Aires.

Sobre el SJ Joseph Sanchez Labrador (*)

Sánchez Labrador, nació en La Guardia, pueblo manchego del arzobispado de Toledo, España un 19 de setiembre de 1717. Llegó al Río de la Plata en 1734, enseguida se trasladó a Córdoba para terminar sus estudios hasta 1739 cuando fue ordenado sacerdote. Sus biografos cuentan que entre 1740 y 1743 estuvo nuestro misionero en Montevideo o Buenos Aires. Vuelto a Córdoba dictó clases durante algunos años y luego pasó a las misiones guaraníticas. Seguramente allí, rodeado por los paisajes magníficos y exuberantes de nuestra selva misionera, fijó su intelcto tantas descripciones de la naturaleza sudamenricana.

En aquel entonces para consolidar la conquista espiritual del Gran Chaco fue necesario en aquel enconces encontrar alguna ruta que uniese las ciudades de Asunción del Paraguay y Santa Cruz de la Sierra en Bolivia, para desde allí seguir camino hacia Perú. Le tocó a Sanchez Labrador después de tantos sacrificios descubrir ese camino, al respecto el P. Peramás escribió … Sin grandes esfuerzos, sin gastos, sin peligro de la vida del explorador se llevó a cabo esta hazaña, en cuya realización habían anteriormente sucumbido [los padres Juan Bautista Zea, Juan Neumann, Agustín Castañares, Agustín Arce y Bartolome Blende, quienes] en la misma empresa cayeron en poder de los indios enemigos … Sanchez Labrador traspasó aquella barrera que hasta enconces detenía a los expañoles y llegó hasta los pueblos de Chiquitos sano y salvo….

A su regreso, en junio de 1767 Sanchez Labrador recobraba fuerzas cuando fue anoticiado de la orden de extrañamiento “… Legué a la Reducción de Nuestra Señora de Belén entre 7 y 8 de la noche… pasé… algunos días y en el que me hallé algo libre se nos intimó por soberano decreto otro viaje calificado de destierro y expatriación.” Meses después, fue embarcado en la Fragata de Guerra la Esmeralda dispuesta en Montevideo para zarpar rumbo a Cádiz, con el tiempo se instaló en Ravena, Italia donde escribió sus obras. Falleció un 10 de octubre de 1798.

(*) Fuente bibliográfica sobre el padre Sánchez Labrador:
http://www.scricciolo.com/Nuovo_Neornithes/Labrador_Jos%C3%A9_.htm

Aquino, a mitad de camino entre Roma y Nápoles

24 martes Sep 2013

Posteado por Aranduvera en Prometeo y la Salamandra

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Crispino, Crispinum, Décimo Junio, doctor de la Iglesia, Italia, Juvenal, la verdad os hará libres, Lascio, Paraguay, Pescenius Niger, San Lorenzo, santo Tomás de Aquino, Sátiras de Juvenal, Universidad Nacional de Asunción, vitam impendere vero

VITAM IMPENDERE VERO (I)

Una pequeña ciudad de aproximadamente 6 mil habitantes en la actualidad, ubicada en la región del Lascio italiano, tiene entre sus hijos ilustres a un emperador, un santo y un poeta, y evidencia una impensable ligazón con el Paraguay.

Coronación de Juvenal, grabado en la tapa del libro The Satires of Decimus Junius Juvenalis. John Dryden, 1711

Coronación de Juvenal, grabado en la tapa del libro The Satires of Decimus Junius Juvenalis. John Dryden, 1711

El emperador, Pescennius Niger (135/140-194 d.C.); el santo, santo Tomás de Aquino, doctor de la Iglesia (1224/1225-1274); el poeta, Décimo Junio Juvenal (60-128 d.C.).

Y es el poeta Juvenal quien, a finales del siglo I y comienzos del II había realizado una serie de escritos satíricos cuya recopilación lleva el nombre de Sátiras de Juvenal. Son 16 poemas organizados en cinco libros de la siguiente manera: Libro I, sátiras 1 a la 5; Libro II, sátira 6; Libro III, sátiras 7 a la 9; Libro IV, sátiras 10 a la 12, y el Libro V, sátiras 13 a la 16.

En este tipo de escritos que el poeta cultivaba, la sátira romana, Juvenal realiza un retrato ácido y cruel de sus contemporáneos, de la sociedad y de sus costumbres con un propósito moralizador y ejemplificador ya que sin ninguna ambigüedad practicaba la intolerancia en su retórica.

En el Libro IV, en el párrafo 91, Juvenal refiriéndose a Crispinum (Crispino), bufón del emperador Domiciano (81-96 d.C.) tildado como autócrata y comparado por ello con Nerón y Calígula por sus supuestos excesos, escribe lo siguiente: “Ille igitur numquam derexit bracchia contra torrentem, nec civis erat qui libera posset verba animi proferre et vitam impendere vero”.

La traducción al español de ese verso es la siguiente: “Crispo, desde luego, jamás extendió su brazo en contra de la corriente, ni era ciudadano con capacidad para expresar libremente las palabras que sentía ni para arriesgar su vida por la verdad”.

Esa sátira en la que Juvenal pone el acento sobre los defectos morales de Crispino, sirvió de inspiración para el lema de la Universidad Nacional de Asunción: “Vitam impendere vero”, lo que literalmente significa “arriesgar la vida por la verdad”.

Una verdad que día a día se busca y se construye entre todos los que de una u otra manera tomamos parte de esta gran casa de estudio. Y aunque en ocasiones parezca que no se puede encontrar el rumbo, bien podríamos recordar otra no menos célebre cita: “La verdad os hará libre” (Jn, 8:32), ya que ambos pensamientos revitalizan el poder moral del ser humano y su estrecha relación entre la verdad y la libertad.

Al recordar hoy, 24 de setiembre, los 124 años de la fundación de la Universidad Nacional de Asunción, vaya este primer capítulo para recordar tan ilustre acontecimiento en la historia cultural del Paraguay.

epígrafe 1: Coronación de Juvenal, grabado en la tapa del libro The Satires of Decimus Junius Juvenalis. John Dryden, 1711
epígrafe 2: Tradicional logotipo de la Universidad Nacional de Asunción en la que puede leerse el lema “Vitam impendere vero”

Francisco Sauvageod de Dupuis y el Himno nacional

02 martes Jul 2013

Posteado por Aranduvera en Prometeo y la Salamandra

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1813, 1834, 1836, 1845, 1846, Asunción, Buenos Aires, Cantalicio Guerrero, Cavedagni, don Carlos Antonio López, El Paraguyo Independiente, encuesta, Europa, Francia, Francisco Acuña de Figueroa, Francisco Sauvageod de Dupuis, Francisco Solano López, Guerra de la Triple Alianza, Himno Nacional, húngaro, Hungría, Instituto Paraguayo, Italia, italiano, Nicolo Pellegrini, Paraguay, partitura, Pérez Acosta, Remberto Giménez, Uruguay, uruguayo, Vicente López

Francés de nacimiento (1813), no existe mucha información acerca de él hasta que recaló en Asunción en 1853, contratado por don Carlos Antonio López como parte de sus acciones para modernizar el Paraguay.

Portada del resultado de la encuesta llevada a cabo por el Instituto Paraguayo para la dilucidación de la originalidad del Himno nacional paraguayo en 1923 y cuyos resultados fueron entregados en 1930 al Estado para ser promulgado en 1934 (copia del original propiedad del autor)

Portada del resultado de la encuesta llevada a cabo por el Instituto Paraguayo para la dilucidación de la originalidad del Himno nacional paraguayo en 1923 y cuyos resultados fueron entregados en 1930 al Estado para ser promulgado en 1934 (libro, propiedad del autor)

Muchos fueron los técnicos y especialistas europeos cuyo servicio don Carlos había solicitado a Europa con la idea de darle al Paraguay una fisonomía moderna. Fue así que en 1853 llegó al Paraguay Francisco Sauvageod de Dupuis para hacerse cargo de la organización musical del Paraguay. Fue tan importante su contratación que percibía más que un ministro de Gobierno (mientras él ganaba 100 pesos fuertes, Francisco S. López ganaba 50).

Unos años antes habían comenzado los intentos por dotar al Paraguay de un himno. Información de ello se puede encontrar en el periódico El Paraguayo Independiente de 1845. Lo cierto es que ante lo caro que iba a costar que el autor del himno argentino, Vicente López, escribiera el nuestro, el poeta uruguayo Francisco Acuña de Figueroa tomó la iniciativa y en 1846 le obsequió al Paraguay los versos indicando en el manuscrito original que la música era igual a la del Uruguay pero sin acompañar partitura alguna.

Ese detalle ayudó a alimentar la polémica sobre el verdadero compositor de la música de nuestro Himno. Algunos sostienen que fue Dupuis, otros que fue el húngaro Debalí. Lo cierto es que el italiano Cavedagni, músico que llegó al país en 1874, fue el primero que lo publicó en ese mismo año en Buenos Aires. También hay otras versiones de Cantalicio Guerrero, Nicolo Pellegrini y Remberto Giménez.

Luego de la Guerra contra la Triple Alianza, el himno quedó relegado como muchas otras cuestiones de Estado, y se conocieron y utilizaron otras “canciones patrióticas”, tanto en guaraní como en castellano, sobre todo alimentadas por la catástrofe que provocó la contienda.

Recién en 1934 se oficializó al Himno, pero con una curiosa base anecdótica: la encuesta que en 1923 iniciara el afamado Instituto Paraguayo “a fin de dilucidar diversos puntos obscuros y dudosos a su respecto”, la que culminó con el veredicto de que el mismo era auténtico basado en diversos estudios bibliográficos y emerográficos.

Por último, el 20 de mayo es recordado como el del Himno Nacional paraguayo porque ese día fue entregado por el poeta Acuña de Figueroa a los representantes nacionales con dedicatoria especial al Paraguay y al presidente Carlos A. López. Dupuis fallecería en 1861, un día como hoy, 2 de julio, y Acuña de Figueroa el 6 de octubre de 1862, pocos días después que don Carlos Antonio López.

Sobre los museos (III)

28 martes May 2013

Posteado por Aranduvera en Prometeo y la Salamandra

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Si bien hubo esfuerzos antes del suyo, en realidad al de Juan Silvano Godoy se le debe el hecho de que se pueda contar hoy en día con una colección como la del Museo Nacional de Bellas Artes del Paraguay.

Retrato de Juan Silvano Godoy exhibido en el Museo Nacional de Bellas Artes, autoría de Teófilo Castillo, óleo sobre tela (1901). Fotografía de Jorge Candia Coronel para la SNC

Retrato de Juan Silvano Godoy exhibido en el Museo Nacional de Bellas Artes, autoría de Teófilo Castillo, óleo sobre tela (1901). Fotografía de Jorge Candia Coronel para la SNC

La poderosa figura de Juan Silvano Godoy, así como sus conflictivas acciones, amenazan con cubrir sus logros, sobre todo los que hacen referencia a la conformación de lo que se daría en llamar posteriormente Museo Nacional de Bellas Artes del Paraguay.

Sin pretender hacer juicio de valor sobre su personalidad, cabe destacar que la afición que cultivó estando en el exilio en Buenos Aires, y tras sus viajes por Europa que le llevaron a la formación de un acervo artístico y editorial importante, fueron la base del principal museo del país.

Para ello hizo buen uso de sus fondos patrimoniales, que fueron importantes y le posibilitó codearse con la crema y nata porteña y santafecina, ciudades donde estudió y, luego, vivió como refugiado político luego de 1877 tras ser acusado de tener participación en el magnicidio del presidente Juan Bautista Gill.

Con la ayuda del argentino Eduardo Schiaffino, luego fundador del Museo Nacional de Bellas Artes de la Argentina, así como del coleccionista Aristóbulo del Valle, fue adquiriendo obras en galerías y subastas, así como también en sus viajes por el Viejo Mundo donde optó por las escuelas tradicionales de España, Francia, Italia e Inglaterra.

De igual manera compró esculturas, efigies, bustos y muebles; también libros. Con estos últimos conformó la importante colección conocida como Biblioteca Americana que luego fuera adquirida por el Estado en 1940 junto con su acervo para la creación del museo nacional.

A su regreso del destierro político gracias a una amnistía decretada por el presidente Egusquiza en 1895, trajo consigo sus pertenencias y las exhibió en su señorial domicilio de las actuales calles Juan E. O’Leary y Presidente Franco, actual sede de la Vicepresidencia.

Los 18 años que pasó fuera, viviendo en la Argentina y viajando por el mundo sirvieron para concretar una colección muy importante, la que él mismo denominaba como “museo de obras de arte pictórico de don Juansilvano Godoi”. Dotó de esa manera al Paraguay de un sitio trascendente para la recuperación de la cultura nacional y posibilitó con sus acciones el acrecentamiento del patrimonio material intelectual de la nación.

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